El ermitaño del reloj
Teresa de la Parra
Esta es la historia de un monje capuchino encerrado en un reloj de mesa tallado en madera, él tenía como misión tocar las horas, un mecanismo le abría las puertas y el salía a tirar de de las cuerdas y hacer que el campanario invisible del reloj suene con un tin-tin, luego volvía hacia adentro y las puertas se cerraban, hacía esto todos los días y todas las horas.
Durante muchos años Fray Bernabé encontró que su oficio era suficiente para satisfacer su vida y no solo para el sino para el pueblo entero del comedor, cuya única distracción era ver al monje salir y tocar las campanas.
Pero llegó un día en que se cansó de tocar siempre la hora y de no poder salir, tocar el cordel y la campana era una función pública que todos admiraban pero no duraba nada apenas un minuto y el resto del tiempo no tenía nada que hacer.
Por tanto Fray Bernabé se aburrió y quiso escaparse, pero luego releyó el reglamento que estaba inscrito en la capilla, tenía prohibido salir bajo ningún pretexto. Así que el monje siguió sumiso a su labor.
Un día cuando salió para tocar las 3 de la madrugada, se encontró con un elefante de ébano que vivía en la repisa más alta del aparador. El elefante le contó que lo visitaba porque quería hacerle algún servicio, ya que sabía que el pobre fraile vivía desgraciadamente y que debía estar muy aburrido.
El elefante servía a la reina de Saba y por eso que no era un elefante común, el fraile le dijo que no tenía de otra ya que tenia un deber que cumplir pues así se lo había prometido a su reverendo padre y además estaba escrito en el reglamento de la capilla.
El elefante se dio cuenta de que el padre del fraile había muerto hace muchos años y que el reglamento decía que debía estar solo para tocar las horas y que el resto del tiempo le pertenecía al fraile.
El elefante le propuso que se montara en su lomo y que lo llevaría a conocer a la reina de Saba en persona, la cual vivía en una sopera de porcelana de china y además era ella la que había mandado al elefante a buscar al fraile.
El ermitaño monje pensó que debía conocer a la reina de Saba y rompiendo con 50 años de fidelidad a su trabajo, Fray Bernabé aceptó.
El elefante con el monje en su lomo llegó ante la célebre sopera. La reina de Saba estaba muy feliz de poder conocer al fraile, porque ella se aburría mucho, pero al tener al monje junto a ella se podrían distraer mutuamente.
La reina empezó a contar muchas aventuras y anécdotas, luego le pidió al fraile que contará sus aventuras, el monje empezó a contar como su superior lo había llevado al reloj y le había encargado tocar las horas, mientras Fray Bernabé contaba su única aventura, se daba cuenta de que su vida no tenía nada de interesante.
Cuando terminó su relato se dio cuenta de que todos los esclavos y la reina estaban dormidos, solo el pequeño elefante seguía despierto y se ofreció a llevarlo de vuelta al reloj.
Ese día el monje esperó durante muchas horas, a que el elefante volviera a buscarlo para llevarlo con la reina, pero al caer la noche el elefante no llegaba el monje decidió ir por su cuenta con la reina. Al llegar la reina le pidió que se fuera, porque él contaba historias muy aburridas, el pobre monje se fue culpandose por haber dejado su puesto y jurándose nunca más faltar a su deber.
Tenía solo media hora para llegar al reloj y tocar las 8, sino todos se darían cuenta de su falta.
Fray Bernabé caminó y caminó, sus piernas no daban para más, pero no llegó. El reloj ya tocaba las 8, pero ¿Cómo era posible?, el reloj estaba tocando las campanas sin él.
Fue entonces cuando el pobre monje comprendió que el campanario funcionaba sin él, que él nunca había contribuido al mecanismo del reloj, su sacrificio no era más que una broma y su mundo empezó a derrumbarse, no podía vivir en tales condiciones.
Así que cogió la cuerda que siempre había creído tirar y la paso alrededor de su cuello, dio un salto al vacío y se ahorcó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario